Liderazgo y Gestion

Lo invisible hecho visible en el rol del tutor

El programa de Formación en Liderazgo y Gestión se integra a la propuesta académica de la Escuela de maestros en el año 2017, con el eje centrado en la formación de futuros equipos de conducción de instituciones de gestión estatal o privada y destinado a todos los niveles educativos. Ya desde su origen, el equipo conformado se fue nutriendo con los distintos roles asignados: dirección, coordinación académica, profesores en el diseño de la propuesta de formación y los tutores en el rol de mediadores entre la propuesta y los profesores inscriptos en el Programa.

En la gestación y conformación del grupo tutorial, el equipo de dirección y coordinación académica nos presentó la siguiente imagen como disparadora de reflexiones sobre nuestro rol:

En la misma podemos observar tres árboles que están sostenidos con la presencia de tutores, alcanzando el último un crecimiento erguido, fortalecido y, en el que infiero, la presencia de muy buenas raíces para su sostén y nutrición. Sin dudas, esta imagen sirve como punto de partida analógica para pensar en la definición del rol del tutor.

La intención de este artículo será develar el rol central del equipo de tutores, resignificando la especificidad de su rol dentro del Programa y en el contexto actual de pandemia y aislamiento social, preventivo y obligatorio que estamos viviendo.

Si delineamos las competencias profesionales que un tutor necesita para el desarrollo de su rol, reconocemos la necesidad de saberes tecnológicos, vinculados con la gestión de una plataforma educativa y el aprovechamiento de las posibilidades de la misma. También resulta central que posea saberes vinculados a la temática, en este caso recorridos académicos y desempeños laborales vinculados a la conformación de equipos de gestión escolar.

Si focalizamos en las tareas y funciones del tutor podemos distinguir tres ejes que se articulan y son inescindibles uno del otro.

El primer eje se vincula con la formación de los cursantes. Entre estas podemos destacar la promoción de una reflexión pedagógica sobre los contenidos del curso, contribuir en los procesos de aprendizaje de los cursantes y acompañar las trayectorias formativas. Para lograr esto, uno de los contenidos prioritarios del Programa y con un rol protagónico en las prácticas de evaluación que nos competen como  tutores, lo constituyen las retroalimentaciones formativas. La concepción central es que la retroalimentación tiene que ayudar  a los cursantes a avanzar en sus aprendizajes. Para esto tomamos como pilares centrales que las mismas formen parte de un proceso continuo, que vayan acompañando las distintas competencias que se intentan alcanzar y que, a su vez, sean específicas y concretas de cada intervención realizada, ya sea en la entrega de las actividades, trabajos de campo, portafolios como en las intervenciones en los espacios de foros. En su formulación comenzamos por valorar aquellos aspectos logrados y/o que se destacan de sus aportes; luego expresamos las inquietudes o aspectos faltantes que nos surgieron. En el paso siguiente y final de esta retroalimentación formativa, orientamos, sumando algunas posibles ideas de cómo mejorar esa producción. Estas prácticas de retroalimentación son muy valoradas por los cursantes, a través de mensajes individualizados o en los espacios formales de evaluación del Programa que se promueven (encuestas, grupos focales, entre otros).

Recuperamos aquí algunas de esas palabras que hacen referencia a las retroalimentaciones de las tutoras y la vinculación con su propio proceso de aprendizaje :

“En la retroalimentación de las actividades entregadas se nota el compromiso de la tutora por hacer una devolución desde una mirada que siempre me aporta algo nuevo y donde se valora mi esfuerzo y dedicación”

“Todo el año he recibido respuestas valorativas, pensadas y elaboradas de tu parte, en las cuales se nota el compromiso por la lectura atenta de las producciones como de la personalización en tu tarea tutorial. Me he sentido muy reflejado en tus devoluciones y me alentaron a seguir reflexionando y comprometiéndome en el proceso”.

“Gracias por todo! Por ser muy respetuosa con mi trabajo y mis tiempos. Por corregir mis errores con consideración. Por hacerme devoluciones constructivas y con palabas alentadoras”.

“La retroalimentación que me brindaste me sirvió en profundidad para comprender mejor cada uno de los conceptos trabajados en el primer tramo”.

El segundo eje en este reconocimiento de tareas y funciones se vincula con cuestiones más del tipo organizativo y contempla acciones como la distribución de los tiempos de acuerdo al cronograma de la cursada, comunicar fechas de encuentros sincrónicos con profesores o con tutores, gestionar las posibilidades de la plataforma de Escuela de maestros, encuadrar el uso de los espacios habilitados tales como mensajería, chat, entrega de producciones o foros de debate, entre otras.

En el tercer eje distinguimos algunas prácticas asociadas con la comunicación respondiendo las consultas que se presentan, transmisión de comunicaciones generales del programa, invitar y estimular la participación de los cursantes, gestionar un clima de confianza propicio para el aprendizaje.

Sin embargo este desarrollo exhaustivo en la definición del rol de tutor, sus tareas y funciones dentro del marco del Programa de Formación en liderazgo y gestión, no contempla algunas singularidades que siempre estuvieron presentes, pero que se iluminaron de una manera muy especial en esta edición, signada por su realización de manera virtual en todo su formato debido al contexto de pandemia y en cumplimiento del aislamiento social, preventivo y obligatorio.

Sin dudas, estas singularidades tomaron una visibilidad que quizás hasta este momento, no lo habíamos percibido en toda su magnitud. Es por eso que nos permitimos hablar de la resignificación del rol del tutor en este contexto.

Para remitirnos a las fuentes, nos interesa recuperar nuevamente las voces de nuestros cursantes, a partir de los resultados de la encuesta que realizaron al finalizar el primer tramo en agosto de este año. Ante la consigna de destacar algo del Programa, algunos de ellos han expresado:

“Las respuestas de mi tutora alentándome a seguir adelante”

 “El apoyo incondicional de la tutora”

“El acompañamiento, seguimiento y devolución de la tutora”

“La colaboración y compromiso de la tutora”

“El seguimiento tutorial” 

“La forma que tiene para incentivarnos para seguir formándonos”.

“La contención y buen manejo del clima del grupo”

“La atención de las tutoras cuando se necesita”

“El apoyo y comprensión de la tutora”

En estas fuentes resuenan palabras como aliento, atención, apoyo, acompañamiento, seguimiento, incentivo, contención, comprensión, entre otras. Esto nos remite a pensar que las tareas del tutor van más allá de las prácticas que reconocemos, de manera más habitual, como específicas de su labor. Aparecen fuertemente otras competencias además de los saberes tecnológicos y formación académica sólida, a las que ya habíamos hecho referencia; saberes que se vinculan con el sostén y acompañamiento de las trayectorias educativas de nuestros cursantes en este complejo contexto.

“Que a pesar de estar todos agobiados por tanta virtualidad, no previsto para este curso, se adecuó y nos motivó a estar, participar y seguir creciendo en nuestra tarea. Nuevos desafíos aparecieron que vamos sorteando con la ayuda de nuestras tutoras fortaleciendo y enriqueciendo nuestro hacer”.

Estas evidencias nos hablan de un tutor que se muestra sensible a lo que le acontece a cada cursante, con disponibilidad a la escucha y a la comprensión, con apertura a conocerlos y reconocer sus fortalezas y debilidades, con flexibilidad a adaptar y diseñar artesanalmente, con palabras de aliento y motivación.

Nos habla de su cercanía a pesar del distanciamiento, nos da signos concretos de su presencia que traspasa los dispositivos tecnológicos, nos dice que es posible un verdadero trabajo colaborativo, nos muestra que esa tarea de acompañamiento y sostén, que aparecía de manera silenciosa y como casi invisible, adopta un rol central en este escenario complejo.

Nos susurra que los árboles que estamos tutorando están bien enraizados, con un muy buen crecimiento y que, seguramente, pronto darán sus frutos.