Decisiones didácticas para la organización de la tarea
Giannina Gonik, Gabriela Negri y Paula Varela
El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) presentó en el mes de Octubre del año 2019, Liminal, una exposición de Leandro Erlich que reunió 21 instalaciones realizadas por el artista entre 1996 y 2019, bajo la curaduría de Dan Cameron.
Liminal (del latín limes Límite o frontera ) “se refiere a no estar ni en un sitio, físico o mental, ni en otro. Es estar en un umbral entre una cosa que se ha ido y otra que está por llegar” (Caresse Lansberg, 2019, p.1). Como en esta obra, somos parte de distintas aulas, seguramente en nuestras salas conviven objetos, recursos, formas de distribución de los espacios tradicionales, que guardan relación con el mandato fundacional del nivel inicial; con otros que asociamos a la época actual. Asimismo, habitamos las “salas” desde distintos tiempos ya que, por ejemplo, nos atraviesan las experiencias que vivenciamos como alumnas y alumnos se entraman los espacios que transitamos, las personas con las que interactuamos, las vivencias compartidas y ello, incide en las decisiones didácticas que tomamos para organizar la tarea, para enseñar y promover aprendizajes significativos, hoy.
Asimismo, la obra seguramente, nos lleva a pensar en la complejidad de la enseñanza que se caracteriza por los rasgos de inmediatez, simultaneidad e impredecibilidad. Día a día, tomamos decisiones antes de la práctica cuando planificamos, durante la misma cuando intervenimos en la acción y luego, al evaluar lo realizado y reflexionar sobre las decisiones tomadas. La necesaria interrelación entre teoría, práctica y reflexión es el eje de nuestra tarea de enseñar. Asimismo, son múltiples las variables didácticas a considerar como tiempos, espacios, objetos, agrupamientos, entre otras.
Ana Malajovich (2021) recupera la importancia de poner la enseñanza en el centro y construir comunidad educativa para acompañar a las infancias.
¿Cómo garantizar trayectorias escolares continuas en el nivel inicial con propuestas más abiertas, flexibles, diversas teniendo en cuenta el uso de espacios variados, tiempos diversificados e intervenciones múltiples?
Esperamos que estos aportes sean una oportunidad para dar un salto desde lo discursivo a la reflexión sobre nuestras prácticas de enseñanza, sobre las propuestas cotidianas que llevamos adelante en los jardines, desde aquellas enmarcadas en el proyecto institucional hasta las actividades que se llevan adelante con cada grupo.
En este marco, las y los invitamos a problematizar el formato único y romper con la tradición de enseñar lo mismo a todas y todos al mismo tiempo ya que, como expresa Gimeno Sacristán “todo lo que pueda hacerse por romper la uniformidad de las fuentes de información, por introducir ritmos de aprendizaje diferenciados, atención y recursos distribuidos entre alumnos según sus desiguales necesidades, por variar el monolítico esquema del horario escolar que esclerotiza los procesos de enseñanza-aprendizaje, por desbordar los espacios de aprendizaje, por disponer de tareas distintas en las que se pueda trabajar al mismo tiempo con alumnos, por admitir estilos de aprendizaje diferenciados, serán recursos para que, sin renunciar a un proyecto de cultura común compartida desde la radical singularidad de cada uno, puede hablarse de una escuela estimuladora de la autonomía y de la libertad, que es en la que puede acrisolarse la idiosincrasia personal creadora” (Sacristán, 2000, p. 2)
Intervenciones variadas
Para tomar decisiones pedagógicas e intervenir en forma contextualizada generando las mejores condiciones de enseñanza para que todas y todos puedan aprender, es necesario considerar algunas variables como tiempos, espacios, grupos, objetos, entre otras. Cada intervención que realizamos en nuestra tarea cotidiana, en mayor o menor medida va a tener injerencia en el proceso de aprendizaje, creatividad y libertad de nuestras niñas y niños.
Intervenir es elegir transitar en una dirección y estas elecciones enmarcan la propuesta de enseñanza. Cada tipo de propuesta, requiere una intervención determinada a través de un gesto, una palabra, un sonido, el silencio, la quietud, etc. Por ejemplo, en un momento de creación individual, frente a la producción de una obra o el descubrimiento de una textura, en un juego dramático, o de construcción, se intervendrá de manera diferente. A su vez, creemos que no existe una receta para la intervención en general sino, aportes teóricos y saberes de la práctica profesional docente que facilitan, sostienen y acompañan el aprendizaje autónomo y creativo de nuestras infancias.
La observación es una intervención clave; resulta una herramienta valiosa en la práctica docente para evaluar, tomar decisiones, ajustar y mejorar las condiciones de enseñanza así como, para ajustar, repensar, adecuar y reflexionar sobre nuestras intervenciones.
Variedad de objetos para aprender
Los objetos son mediadores de la enseñanza, los mismos no solo se espera que sean estéticos y seguros para las niñas y los niños sino que les permitan comunicar, compartir, intercambiar, debatir, en síntesis, aprender.
Como señala Elena Santa Cruz los objetos no sólo pueden pensarse desde su condición material sino, desde el acto mental y afectivo ya que, brindan la posibilidad de participar, interactuar, modificar y transformar. “En educación, los materiales u objetos – por interesantes que resulten- no cobran mayor sentido si no tienen un por qué y un para qué. Para que eso suceda, es necesario pedagogizar la intervención y entender que no es un hecho aislado, sino que se halla dentro de una planificación de trabajo. De ese modo, los materiales dejan de ser algo fortuito -que a veces resulta bien-para transformarse en puentes posibles de graduar, de utilizar en distintos momentos y ser andamiaje y sostén” (Santa Cruz, 2019, p.17)
Asimismo, los objetos que elegimos guardan estrecha relación con el conocimiento, con el qué y cómo queremos que las niñas y los niños aprendan pero también, son parte de un contexto social, de una cultura.
A medida que reflexionamos sobre nuestras prácticas y recuperamos los aportes de diferentes autores surgen preguntas que nos desafían a seguir pensando en nuestra tarea cotidiana respecto a la selección y elaboración de objetos. Algunas de ellas son, ¿Qué nos proponemos al utilizar determinado objeto? ¿Qué contenidos nos permite abordar?¿Cómo seleccionamos los materiales para su elaboración?¿Qué aporte de la cultura conserva cada objeto? ¿Cuál consideramos que es la mejor forma de utilizarlos? ¿Probamos la utilización de los objetos previamente a presentarlos al grupo? ¿Consideramos la relación entre variedad y cantidad? ¿Solemos utilizar objetos disponibles o nos animamos a crear nuevos?¿Los dejamos al alcance de las pequeñas y los pequeños? ¿Cómo los ponemos a su disposición? ¿Incluímos a las familias en su elaboración, selección, cuidados?
En la Conferencia de Elena Santa Cruz (2022) podemos ver como los interrogantes compartidos son criterios a tener en cuenta al enseñar. Asimismo, nos inspira a pensar más allá de los objetos conocidos a partir de mostrarnos diversos objetos mediadores de ternura como títeres, delantales que abrazan, paraguas que susurran, cajas que guardan historias, mantas que narran.
Tiempos y espacios diversos y flexibles
“Cualquier actividad humana necesita un espacio y de tiempos determinados. Así sucede con el enseñar y el aprender, con la educación. Resulta de eso que la educación posee una dimensión espacial y que, también, el espacio sea, junto con el tiempo, un elemento básico, constitutivo, de la actividad educativa”.
(Viñao Frago, 1998).
Seguramente el recorrido por la obra de Raiteri nos invitó a vivenciar una experiencia, seguramente, cada una/o pudo sentir, pensar, recordar distintos aspectos en forma singular, al recorrer el laberinto. Asimismo, vivenciamos otros tiempos y espacios, si nos lo pudimos permitir en la cotidianidad que vivimos como adultos. Si ponemos esto en relación con los tiempos y espacios que contemplamos en las propuestas de enseñanza, juego y expresión a través de distintos lenguajes en el nivel inicial, tanto el tiempo como el espacio, son dos variables que se entraman constantemente y se encuentran en constante movimiento y transformación.
Los tiempos y espacios deberían ser provocadores de situaciones de enseñanza, ponerse a disposición para favorecer los aprendizajes, ampliar el mundo conocido y estrechar lazos con otros.
¿Qué ideas, representaciones, saberes sobre la enseñanza están detrás de nuestra forma de elegir, armar, desarmar, incluir objetos, etc. en los espacios? ¿Cómo los espacios y tiempos son favorecedores y obstaculizadores de la construcción de aprendizajes por parte de las infancias? ¿Qué mundo compartido creamos e imaginamos para las niñas y los niños?¿Cuánto tiempo le damos a las “rutinas” y cuánto a la enseñanza?
Haciendo foco en el tiempo, podemos diferenciar un tiempo “Kairos” que a diferencia del tiempo “Cronos” que señalan los relojes y se vincula al tiempo formal y a la linealidad de sucesos; es un tiempo donde la experiencia tiene lugar, se habilitan múltiples relaciones, simultaneidad de hechos, un tiempo vivencial y podríamos decir también, un tiempo de infancia que si bien está enlazado en el pasado, presente y futuro; habita el presente, el “estar ahí”. En este sentido, Brailovsky (2020) nos permite profundizar en los múltiples tiempos que conviven en el jardín.
Proponemos recuperar la necesidad de contemplar al tiempo en su dimensión material y simbólica, a tener en cuenta cómo en el Jardín se entraman tiempos de distintas generaciones y considerar un diálogo permanente entre los tiempos personales, grupales e institucionales.
Por otro lado, cabe reconocer que en el Jardín se relacionan diversas prácticas, formas de vincularse, de concebir a las infancias y a las familias, entre otras que conviven entre aquellas que permanecen a lo largo de distintas épocas y aquello que cambia. Aquí, la potencia creadora que tenemos como docentes para que otras cosas diferentes a las habituales ocurran. Parafraseando a Eduardo Pavlovsky (1992), Jugar es jugarse, es entrar y salir de la locura, “es no estereotipar, es mover el orden de las cosas, inventar caminos, transformar la mirada, simbolizar, movilizar reglas, convenir, crear, que en última instancia, es, al fin, la gran operación del sentido…” (Chiqui González, 2003:14).
Como el tiempo, el espacio también puede pensarse desde su rasgo más típico, es decir, como espacio físico que se puede medir, organizar, distribuir a partir de su observación. Sin embargo, nos interesa ir más allá y contemplar que los espacios a su vez, alojan deseos, experiencias singulares y compartidas. En ellos, se construyen y se habilitan relaciones, aprendizajes, propuestas de distinto tipo que permiten que quienes forman parte de él, lo habiten y lo vivencien de múltiples formas al mismo tiempo que lo construyen.
Si tomamos como ejemplo, los patios de juego o juegos en el patio, podemos sostener que los espacios abiertos resultan valiosos para ser pensados y planificados con actividades que den continuidad a la enseñanza que se ofrece en espacios interiores como las salas, el SUM, los pasillos de las instituciones entre otros.
«En estos tiempos complejos, en época de multiplicidad, de convivencia, de aceptación del otro, de diálogo profundo entre el pasado, el presente y el porvenir, el pensamiento poético del niño debe cuidarse como el oro…, les preparamos escenarios para ser felices, dispositivos lúdicos para la imaginación y la innovación, de la multiplicidad surge la nueva escuela». (Chiqui González en Singer, 2017, p.19).
¿Qué objetos, juegos, juguetes ponemos a disposición en los patios? ¿Concebimos estos espacios “para el juego libre” o como lugar en el que pueden llevarse adelante experiencias individuales, grupales y colectivas? ¿Cómo potenciamos los aprendizajes en el marco de los espacios de los que disponemos?
Según Patricia Sarlé (2014), hay concepciones sobre el espacio que muchas veces operan como obstáculo y se presentan como limitantes de la acción por ejemplo, cuando se piensa que por las condiciones edilicias, no se puede enseñar bien. Sin embargo, “el espacio en la educación se constituye como una estructura de oportunidades. (…) Será facilitador, o por el contrario limitador, en función del nivel de congruencia con respecto a los objetivos o dinámica (…) que se pongan en marcha o con respecto a los métodos educativos (…) que caractericen nuestro estilo de trabajo” (Zabalza, 1987, p.120 y 121).
Para profundizar en este sentido, la autora señala distintas dimensiones que nos permiten tomar decisiones respecto a esta variable didáctica, el espacio. Por ejemplo, la dimensión física que refiere al marco arquitectónico que actúa como sostén estable y la dimensión relacional que da cuenta del uso del espacio como facilitador para entablar relaciones en la sala y con otros ambientes.
Es necesario revisitar nuestras intervenciones para que la organización de espacios y tiempos acompañen nuestras propuestas de enseñanza. Para ello, es clave tener en cuenta algunos criterios como la transformabilidad, funcionalidad, seguridad, estética, apertura, alternancia entre interacción social e intimidad, habitabilidad, generación de autonomía, seguridad, desafío; y acordarlos al interior de las instituciones en las que desempeñamos nuestra tarea. De este modo, podremos preguntarnos cómo el uso de los tiempos y los espacios permite dar continuidad a trayectorias escolares integrales y favorecer un clima en los jardines, más dinámico, autónomo y respetuoso hacia las infancias. Así como, a poner en tensión nuestros cronogramas habituales y comenzar la indagación sobre las diferentes alternativas que tenemos para organizar la enseñanza, eje que abordamos en el siguiente apartado.
Alternativas para la organización de la tarea en las salas
Los Pilares de la Didáctica de la Educación Inicial se constituyen en principios, ideas fuerza y postulados centrales, lo que entendemos como los principios pedagógicos irrenunciables que dan cuenta de los rasgos particulares que han de asumir las acciones educativas cuando se trata de enseñar contenidos a los niños de 45 días a 5 años inclusive. Éstos responden a los interrogantes: ¿para qué?, ¿qué?, y ¿cómo? enseñar y se pueden sintetizar en:
A continuación, compartimos algunas propuestas que nos invitan a pensar, planificar y proponer formas alternativas de organizar la tarea.
Es una modalidad que rescata, recupera y pone en práctica el respeto por los modos particulares de ser y hacer de los niños y las niñas. Prevalecen en su desarrollo los tiempos individuales y los autogestionados por el pequeño grupo por sobre exigencias de tiempos del grupo total. La modalidad organizativa centrada en la multitarea favorece la autonomía de las niñas y los niños en la posibilidad de elección de las actividades que se proponen, desde los espacios y compañeros con quien jugar. La o él docente diseña todos los sectores con desafíos y adecuación a su grupo real y tiene mayor disponibilidad para armar intervenciones particulares, individualizadas y en pequeño grupo. La importancia de proponer multitareas (varias ofertas alternativas y simultáneas) y el abordaje de propuestas en pequeño grupo son estrategias privilegiadas para organizar el desarrollo de las actividades en el nivel inicial.
Cápsula desarrollada por el equipo de Primera Infancia en el marco del EMI Junio 2022.
Si bien el sistema educativo presenta una organización graduada en todos sus niveles, a lo largo del tiempo podemos reconocer muchas experiencias en los jardines de infantes que han intentado e intentan otros modelos organizativos de sus agrupamientos. La necesidad de repensar estas cuestiones tiene que ver con diferentes razones. En algunas ocasiones, se vinculan con formar grupos multiedad por temas de matrícula, otras veces con ofrecer distintas propuestas a niñas y niños de jornada completa o con repensar el uso de los espacios y los tiempos. La posibilidad de pensar agrupamientos de diferentes edades debería apoyarse en la convicción de que la heterogeneidad existe más allá de la variable edad, por lo tanto, compartir experiencias infantiles variadas enriquece la enseñanza y los aprendizajes. Las salas multiedad y los agrupamientos por edades heterogéneas pueden resultar una oportunidad para reflexionar acerca del potencial que ofrecen las propuestas de enseñanza con y entre niñas y niños de diferentes edades.
Reconocemos que, en distintos momentos a lo largo de los años, se fueron llevando adelante propuestas de enseñanza como: los talleres, los territorios, algunos proyectos institucionales entre salas posibilitando que niñas y niños de diferentes edades compartan actividades enriquecedoras. Pero también resultan , en muchos casos, aisladas o para un momento de la semana o del año. Consideramos importante revisar estas formas de agrupamiento para considerar desde la planificación de la enseñanza estos formatos de manera continua.
El desafío es “visualizar y aprehender en su compleja realidad material y simbólica las particularidades del trabajo en sala con niños de diferentes edades e intentar despejar algunas representaciones a partir de las cuales los maestros suelen orientar sus prácticas. Indudablemente, tiene el objetivo de plantear algunos cambios en las dimensiones institucional, organizativa y pedagógico-didáctica de la sala”. ({tooltip}MECyT, 2007, p.12{end-texte} GCBA (2019) Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación (2007). La sala multiedad en la educación inicial: una propuesta de lecturas múltiples. Buenos Aires. {end-tooltip}) Organizar propuestas que involucran el trabajo entre salas y/o a nivel institucional demanda la necesidad de realizar los acuerdos necesarios entre los equipo docentes y directivos para llevar adelante las mismas.
¿Qué acuerdos institucionales son necesarios para organizar propuestas entre salas? ¿Qué criterios didácticos se ponen en juego en la planificación de las mismas? ¿Qué aprendizajes se promueven entre niñas y niños de diferentes edades? ¿Cómo imaginan que podrían realizarse en sus instituciones propuestas con estas características?
En este sentido, un ejemplo valioso son las situaciones simultáneas de lectura porque ofrecen la posibilidad de planificar propuestas de enseñanza entre niñas y niños de distintas edades donde se pone en juego el acercamiento a la literatura y al mismo tiempo se desestructura la idea de agrupamientos homogéneos. En el apartado Propuestas para llevar a la sala podrán acceder al desarrollo de las mismas, por el equipo de Prácticas del lenguaje de nivel inicial de Escuela de Maestros.
“El ambiente se vuelve vida, movimiento, risas, escondite, creatividad,
construcción, descubrimiento, posibilidad, palabra, acción, aprendizaje,
compañía, empatía, entendimiento y debate. Ese debate que abre un sinfín
de posibilidades. Y la amistad primaria se une por un momento. Luego el objetivo
cambia y se amplía la búsqueda…y todo vuelve a empezar…”
(Paredes y Villa, 2022)
Tomando las palabras de Graciela Montes (2006) podríamos decir que los escenarios lúdicos son la gran ocasión para ofrecer un espacio y tiempo de disfrute, imaginación y creación.
Los escenarios lúdicos son espacios de socialización, de experiencias compartidas, que tienen en cuenta y potencian los intereses lúdicos de las niñas y los niños. Invitan a un espacio distinto, aún cuando sea un lugar conocido, de encuentro con un otro, provocador de juegos, generador de interacciones, que favorece la exploración del cuerpo en relación con el espacio, con otros cuerpos, con diversos objetos, en un tiempo determinado. A su vez, como menciona Batalla , “cabe destacar que si bien son ámbitos mediadores del juego exploratorio y significativo, en ellos no sólo juegan, sino también se plasman contenidos, se fortalecen aprendizajes previos y se desarrolla de manera significativa la creatividad e imaginación” (Batalla, 2019,p.1).
La inclusión de las tecnologías digitales en las escuelas invita a imaginar nuevos espacios y ambientes propicios para la enseñanza y el aprendizaje y también para enriquecer los ya existentes por medio de proyecciones, sonorización y efecto de luces, como hemos desarrollado en el apartado Decir, hacer, crear, jugar, explorar. Cada alternativa es una oportunidad.
“Introducir a los niños y niñas en espacios nuevos, sugerentes
y llenos de posibilidades es un estímulo para el juego simbólico
y la acción, para los discursos narrativos y poéticos.
Espacios en los que ellos se convierten en los protagonistas
dentro de una historia totalmente nueva y propia”. (Singer, 2019, p.43)
Las instalaciones de juego son ambientes educativos que proponen ir más allá de lo meramente manipulativo, perceptivo o sensorial para favorecer lo simbólico, narrativo o relacional. Javier Abad y Ángeles Ruiz de Velasco proponen las instalaciones de juego como un lugar de símbolo dispuesto para el goce de la experiencia estética de la infancia y la vivencia relacional y compartida de un relato lúdico donde cada niña y niño expresan quiénes son y quieren ser con otros, a través del juego acompañado y reconocido por adultos.
El término instalación refiere a una manifestación del Arte contemporáneo mientras que el juego, da cuenta de su sentido pedagógico. Para profundizar al respecto, les compartimos el siguiente video de Javier Abad y Ángeles Ruiz de Velasco (2022) "Las instalaciones de juego".