Aspectos rescatados de innumerables textos y contextos, ocupaciones y preocupaciones
• Registrar las situaciones problemáticas focalizadas a las que se deberá dar respuesta (si se puede! Recordar el punto de lo imposible)
• Valorar los “informes como procedimiento para hacer seguimientos y hacer los ajustes necesarios ante las eventuales situaciones problemáticas que se vayan presentando”.
• Apuntar a potenciar la profesionalidad docente puesta de manifiesto en estas circunstancias de excepcionalidad. Rescatar muy especialmente la posibilidad y capacidad para poner en el centro de su pensamiento y acción los aprendizajes de los alumnos y su capacidad de desarrollo.
• Poner en primer lugar y en forma preponderante el rescate del trabajo colectivo, colaborativo y compartido, el cual ha trascendido el trabajo mayormente individual de la clase tradicional.
• Comienzan a aparecer situaciones que no denominaremos de “no-encuentro” sino de distintos tipos de encuentros, Y estos distintos modos de encontrarse no siempre deben calificarse como “malos” “negativos” “insuficientes” sino poner toda nuestra energía en ver cómo mejorarlos e incluso aprovecharlos, para el ahora y el después.
• Registrar las propuestas de actividades, las que provengan de docentes, directivos, alumnos y familias, las cuales podrán convertirse en experiencias innovadoras, a utilizarse en propuestas de enseñanza presencial o semipresencial.
• Rever y registrar relaciones con plataformas y programas, para ver qué ahondar, qué aprovechar para enriquecer y qué más aprender sobre los aspectos tecnológicos.
• Recordar que la tecnología es un recurso, un soporte, no un contenido. Se aprende a usarlos, el cómo es lo que desarrolla las aptitudes, no el dispositivo solo.
• Hacernos preguntas “existenciales” ¿qué se espera ahora y después de nosotros? ¿qué cambios son circunstanciales y cuáles deberían tener un carácter de estabilidad y permanencia? ¿Por qué y para qué?
• Pensar que lo que está pasando ahora en el campo educativo y los modos de abordar esta situación pueden servir como dimensiones de análisis para repensar la escuela.
• La presencialidad no es por sí misma la que garantiza la calidad del sistema, intervienen otras variables de todo el ámbito, especialmente el educador con su toma de decisiones y propuestas.
• Pensar en las formas de enseñar ya no es sólo algo que venimos pensando, sino que ahora ya está entre nosotros: lo actuamos y ahora corresponde también reflexionar sobre ello. Pensando en su validez para el tiempo de “después”.
• Estados afectivos: nuestros, de directivos, docentes, familias y muy especialmente de alumnos (adaptación, creatividad, resiliencia)
• Que la mediación tecnológica no nos inunde o hunda: estar a flote y nadar con ella.
• Acceder a todos y todas. Demandas ampliadas, hundidas en complejidad, incertidumbre y caos.
• Desigualdades que se visibilizan y se amplían, dificultas para atenderlas.
• Distintos tipos de vulnerabilidades: económica, cultural, familiar.
• Proyectos institucionales: ¿que se cambia y que se conserva? Los principios y fundamentos. El por que y para qué, aunque el cómo entre en tela de juicio, se componga y reponga.
• Der la agenda a la desagenda, ¿agenda desorganizada? ¿O nueva organización?
• Encuentros: ¿para dar instrucciones o para apoyar? ¿Vínculos versus normativas?
• ¿Prioridades donde están puestas?: en mantener la organización: reuniones, informes, devoluciones, situaciones particulares de docentes, alumnos y familias?
• Diversidad e inclusión, ¿cómo, qué trayectorias definir?
• Tener en cuenta tanto los aspectos sanitarios como los pedagógicos y los psicológicos.
• Asesorar, apoyar, acompañar, andamiar.