Encontrarnos en la diversidad para enseñar y aprender
Samanta Cabrera , Constanza Cacciutto y Sandra Fernanda Pulleiro
Encontrarnos en la diversidad para enseñar y aprender nos convoca a continuar construyendo, desde los diferentes ámbitos de responsabilidad, un jardín que habilite espacios, tiempos, formas de organización, rituales, materiales, contenidos, estrategias diversificadas, un jardín donde todas y todos se sientan acogidas y acogidos porque encontrarnos en, por y con la diversidad, es una oportunidad para seguir diseñando propuestas de enseñanza para “cualquiera” {tooltip}(Skliar, 2016){end-texte}Skliar, C, (2016) Educar a cualquiera y a cada uno.{end-tooltip}. Es por ello, que en este apartado nos proponemos compartir un marco desde el cual pensar la educación inclusiva y su puesta en acto en nuestros jardines, recuperando diferentes aportes teóricos.
Asimismo, esperamos socializar algunas ideas desde y para el paradigma de la inclusión teniendo en cuenta que es superador al paradigma de la integración, “a tal punto que ya no sería necesario hacer la distinción de alumno con o sin discapacidad, ni referirse a necesidades educativas especiales superadas al pensar en las necesidades de cada uno y de todos los aprendientes” (Borsani, 2022, p.24).
Un jardín donde encontrarnos
Con la convicción de que las salas de las instituciones educativas de nivel inicial hoy son y siempre han sido un espacio para el encuentro de niñas y niños que desde su diversidad nos convocan a mirar a cada una y a cada uno con ojos de posibilidad es que iniciamos este recorrido por algunas perspectivas que entendemos nos pueden ofrecer herramientas para avanzar en reflexiones sobre nuestras prácticas.
En cada uno de nuestros jardines, la diversidad se transparenta en formas de pensar, de hacer, de sentir, de comunicar, de expresarse que circulan e impactan en el quehacer cotidiano, en la comunicación con familias, con las infancias, en la organización de los espacios, de los tiempos, de los materiales, de los agrupamientos, en el diseño de las propuestas de enseñanza.
Deseando acompañar las decisiones que se toman al respecto, nos proponemos recorrer algunos aspectos centrales desde esta perspectiva para continuar comprometiéndonos con una Educación Inclusiva, entendiendo la misma como una oportunidad.
En el Diseño Curricular para salas de 4 y 5 años de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2019) encontramos un apartado que expresa que:
“Transformar a los Jardines en lugares de inclusión es un compromiso que asume el Estado, y ese proceso se va construyendo en cada institución en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con el trabajo colegiado y comprometido de docentes, directores/as, supervisores/as, equipos de orientación y familias.
En esta tarea, es importante que los Jardines de Infantes puedan flexibilizar el uso de los espacios y asumirlos como un dispositivo pedagógico que promueva experiencias intensas de aprendizaje. Esta flexibilidad permite, a su vez, enriquecer los diferentes modos en que se organizan las actividades en este nivel. En este sentido, se propone la multitarea como una modalidad de organización de la enseñanza para ofrecer diferentes propuestas que se realizan de manera simultánea y que privilegian el trabajo autónomo y la libre elección por parte de los/las niños/as” (GCABA, 2019, p.18).
En dicho marco, desde los roles que cada uno asume, tenemos la responsabilidad de acompañar y respetar las singularidades de cada una de las infancias que habitan nuestros jardines, considerando la diversidad como norma y potencia desde la cual es posible construir aprendizajes y establecer vínculos con otras y otros.
Carlos Skliar nos invita a preguntarnos si estamos preparadas y preparados para recibir a todas y a todos, y sin duda es algo que resuena en nuestras reflexiones al respecto. Más significativa aún, es su invitación a estar disponibles, pregunta qué nos desafía desde nuestra formación, desde nuestra experiencia y nos sensibiliza, al mismo tiempo que nos responsabiliza ante las otras y los otros que siempre son diferentes a una misma, a uno mismo.
“La idea de disponibilidad y responsabilidad sin duda es una idea claramente ética. Estoy disponible para recibir a quien sea, a cualquiera, a todos, a cada uno. (…) independientemente de su lengua, su raza, su religión, su cuerpo (…) Estar preparado es otra cuestión. (…) En todo caso habría que hablar más bien de estar predispuesto, o dicho de un modo más enfático, habría que hablar de “estar disponible”, sobre todo en el sentido de poner bajo sospecha, la arquetípica idea basada en la creencia del niño común o normal. (…) Más que estar preparado, en el sentido de anticipado a alguna situación educativa particular, lo que cuenta, lo que vale la pena, es estar disponible, estar abierto a la existencia de los demás. En todo caso, toda pre-preparación, toda anticipación, configura un dispositivo técnico, una cierta racionalidad, pero no funciona necesariamente como posicionamiento ético en relación con otros.” (Skliar, 2008, p.10)
Partiendo de esta significativa invitación a estar disponibles y responsabilizarnos ante las otras y los otros que siempre son diferentes, les proponemos profundizar en algunas perspectivas que fundamentan y enmarcan la implementación del paradigma de la inclusión. Desde éste se concibe la diversidad como lo opuesto a lo uniforme (que caracterizó a la escuela tradicional); valida y jerarquiza la existencia de diversidad de géneros, familias, culturas, intereses, valores, cuerpos, historias, saberes, capacidades que se entraman en nuestros jardines y se convierten en una fortaleza para generar aprendizajes.
Repensar la escuela, la educación y nuestro nivel en tiempo presente es un desafío permanente que nos invita a estar atentas y atentos a las demandas y problemáticas de los sujetos que la habitan. Es por eso que las y los invitamos a mirar el apartado Habitar el Nivel Inicial hoy donde seguimos preguntándonos cómo construir escenarios para que el aprendizaje suceda y nuestras propuestas de enseñanza sean cada vez más significativas.
Desentramando la diversidad
Diversidad implica incluirnos en la idea que no son los otros los diversos sino que, todas y todos somos diversidad. Hablar entonces de diversidad en nuestras salas es mirar a cada una y cada uno con su individualidad para pensar en la enseñanza entramada en cada particularidad. Es pensar en una educación flexible, que se adapta, que se resignifica, que se diversifica en las particularidades de niñas y niños a la hora de aprender.
Es por ello que también nos interesa reflexionar sobre las barreras que obstruyen la plena participación de las niñas y niños en las situaciones de enseñanza y de aprendizaje.
“La educación inclusiva está orientada a garantizar el acceso a una educación de calidad para todos los alumnos y alumnas, asegurando la eliminación de las barreras y aumentando su participación para el logro de los mejores aprendizajes. También nos interpela a construir una escuela donde las políticas se concreten en prácticas educativas con estrategias pedagógicas diversificadas; donde todos sus miembros, ya sean estudiantes con o sin discapacidad, con dificultades de aprendizaje, con altas capacidades o con características de distinto tipo (cognitivas, étnico-culturales o socioeconómicas, entre otras), puedan acceder al aprendizaje con equidad” (MCCyT, 2019, P.4)
Diversos autores nos invitan a pensar en estas barreras, en cómo nos interpelan como docentes, a las instituciones, a las familias, y avanzar en la búsqueda de alternativas para superarlas. El gran desafío que tenemos es poder visualizarlas en cada jardín, construir puentes y avanzar hacia experiencias de aprendizaje para nuestras infancias.
“La inclusión se concibe como un conjunto de procesos orientados a eliminar o minimizar las barreras que limitan el aprendizaje y la participación de todo el alumnado. Las barreras, al igual que los recursos para reducirlas, se pueden encontrar en todos los elementos y estructuras del sistema: dentro de las escuelas, en la comunidad, y en las políticas locales y nacionales.” (Booth y Ainscow, 2002).
El Índice de Inclusión (UNESCO, 2000) es un conjunto de materiales diseñados para apoyar a las escuelas en su proceso de construcción de una educación inclusiva, teniendo en cuenta a toda la comunidad educativa. Este material nos invita a compartir y construir nuevas iniciativas sobre la base de nuestros conocimientos previos y a valorar las posibilidades reales que existen en los jardines para aumentar el aprendizaje y la participación de todas y todos. También, nos brinda aportes para avanzar progresivamente en disminuir las barreras al aprendizaje y a la participación, independientemente de quienes las experimentan y dónde se encuentren esas barreras.
Es todo un desafío poner en marcha las herramientas adecuadas para reducir las barreras para el aprendizaje y la participación de todos los actores institucionales que intervienen en este proceso, pero es clave la interacción de cada una y cada uno de ellos para generar puentes que favorezcan la comunicación entre niñas, niños y docentes, y crear un contexto favorable para nuestros grupos, enriquecedor y con múltiples propuestas de abordaje que permita el despliegue de sus habilidades y saberes.
Algunos aportes teóricos para pensar la diversidad en el aula
¿Ofrecemos oportunidades para todas las niñas y todos los niños que son parte de nuestros jardines?
¿Reconocemos y ponemos en el centro los conocimientos que traen las infancias y sus familias?
¿Abrimos espacios alternativos para la interacción con experiencias y materiales diversos?
¿Nos preguntamos sobre la organización de los tiempos, los espacios, los materiales? o
¿Reproducimos en el Nivel Inicial de forma consciente o inconsciente algunas desigualdades de origen de nuestra escolaridad?
Desde el paradigma de la diversidad nos interesa recorrer algunos aportes, desde diferentes marcos que pueden favorecer nuestra mirada y el diseño de propuestas para enseñar y aprender en esta clave:
Comenzaremos recuperando el concepto de aulas heterogéneas (Anijovich, 2014) para potenciar la reflexión sobre nuestras prácticas, avanzando en esta línea que requiere una mirada inclusiva en sentido amplio, que se ocupa de mirar a cada niña y niño con ojos de posibilidad y dando lugar a su singularidad.
Luego nos interiorizaremos en el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) que se enmarca dentro del paradigma de la educación inclusiva y toma en consideración su marco teórico y legal con el fin de elaborar materiales de enseñanza flexibles, así como implementar variedad de técnicas y estrategias que den respuesta a los diferentes niveles, ritmos y estilos de aprendizaje, los múltiples intereses y motivaciones, la variedad de códigos de comunicación, los diferentes valores y concepciones de las culturas de origen. Completaremos este recorrido abordando los diferentes estilos de aprendizaje, para seguir pensando en cómo acompañar a las niñas y los niños a la hora de diseñar las propuestas para que todas y todos puedan aprender.
¿Cómo pensar las salas en nuestros jardines donde la heterogeneidad es la norma a la hora de llevar adelante las propuestas didácticas?
Sin duda el desafío que esto conlleva se convierte en pregunta, en problema, en inquietud, en búsqueda. Precisamente la atención a esta diversidad es la que desafía y motoriza la búsqueda de alternativas, y esperamos que las próximas líneas ofrezcan algunos caminos para ello a partir de revisiones de formatos en la organización de los espacios, tiempos, ambientes, grupos, materiales y recursos. Es donde entran en juego decisiones didácticas que se apoyan en marcos teóricos para pensar en romper con algunas dinámicas instaladas en la vida institucional, y adecuar, flexibilizar y resignificar las propuestas de enseñanza, sin renunciar a la centralidad y la valoración del juego, el espacio alfabetizador y el desarrollo personal y social con las niñas y los niños como protagonistas de sus propios aprendizajes.
En este marco, encontrarnos para pensar las prácticas en la diversidad supone poder cuestionar aquellas prácticas docentes e institucionales que continúen pensando la tarea de enseñanza desde el esquema tradicional en el que se espera que todas las niñas y los niños hagan lo mismo, en el mismo momento, de la misma forma, con el mismo interés, con los mismos materiales y que, luego, se las y los evalúe con un mismo tipo de evaluación.
¿Nos encontramos en la diversidad para enseñar y aprender?
Llegando al final, las y los queremos invitar a seguir pensando en las infancias con sus matices, con sus diferencias, con sus potencialidades, con sus diversas formas de comunicarse, de ser y estar en el mundo, de conocer y de aprender, para desde allí repensar la dinámica de nuestras salas y espacios institucionales, enriquecidos desde estas múltiples miradas que nos convocan a diversificar nuestras propuestas en busca de la mejor oportunidad para todas las niñas y todos los niños.
Encontrarnos en la diversidad de nuestros jardines es un desafío cotidiano, a formarnos, a trabajar con otras y otros, a buscar alternativas, a hacernos cada día nuevas preguntas, a aprender de cada situación , a problematizar la realidad, con el objetivo de avanzar día a día en una educación más inclusiva, asumiendo la responsabilidad de garantizar el derecho al acceso y la plena participación de las infancias No hay recetas, no hay un solo modo de hacerlo, cada niña y cada niño nos desafía desde su particularidad a alojar la incertidumbre, a transitar el temor de poner a prueba nuevos modelos.
La heterogeneidad en nuestras salas es un hecho, y sin dudas siempre lo fue, el desafío está en continuar generando oportunidades para que niñas y niños se encuentren en la diversidad para aprender y crecer.
Esperamos haber motivado el camino para seguir abriendo puertas para pensar en nuestras escuelas hoy, en clave de futuro y desde una mirada cada vez más enriquecida desde esta diversidad que nos convoca continuamente a hacernos preguntas.